El tema de la formación integral en el deporte siempre me ha parecido fascinante. A lo largo de mi vida, he escuchado muchas veces la importancia de esto y, sin embargo, lo he visto aplicado muy pocas veces. Me alegra saber que hay quienes realmente se preocupan por una buena formación, antes de ver al niño simplemente como un producto.

Durante mi formación, tuve todo tipo de entrenadores. Algunos eran muy buenos, otros no tanto, y algunos francamente deficientes. No los considero malos por carecer de conocimientos futbolísticos, sino porque no entendían que, más allá de ser entrenadores, eran formadores de niños. La falta de empatía con su equipo podía generar mucho caos. A pesar de todo, de cada uno aprendí algo positivo; sin embargo, lo que aprendí de los menos buenos solo lo comprendí años después de haber dejado el fútbol de alto rendimiento. Era demasiado tarde para entender lo que intentaban enseñarme en aquel momento porque mis entrenadores ‘olvidaban’ que estaban tratando con niños y no sabían cómo transmitirnos sus ideas de manera adecuada para nuestra edad.

Conforme fui creciendo, traté siempre de absorber lo mejor de cada uno de mis entrenadores, en lo táctico, lo técnico y, sobre todo, en lo mental, aunque lamentablemente eran muy pocos los que trabajaban este último aspecto con nosotros.

Cuando llegaste como DT de la tercera división en la que jugaba, hubo un cambio radical en la manera de entrenar. Primero, porque era evidente que priorizabas el juego interescuadras sobre el trabajo físico y el entrenamiento tradicional de ‘circuitos con conos’. Era extraño porque estaba acostumbrado a cosas diferentes, pero lo agradecía porque jugar es lo que más me gusta. Nos dabas la libertad de jugar, no nos limitabas a movimientos tácticos mecanizados. El segundo gran cambio que noté fue que, a partir de tu experiencia, procurabas hacer un trabajo mental con nosotros, aconsejándonos pero también trabajando un aspecto mental que trascendía el fútbol. De ti aprendí una frase que aplico en mi día a día, no solo en el fútbol sino en cada equipo de trabajo que lidero: ‘El bien común antes que el propio’. Esta idea me ha sido de mucha utilidad a lo largo de mi vida para obtener los mejores resultados del equipo.

Cuando la gente comprende el concepto de esfuerzo colectivo, es capaz de lograr resultados sorprendentes, como la historia del Bismarck que alguna vez nos contaste.